Bululú y Atolondrado plantean un juego sobre el escenario para cambiar la historia de Pinocho y así, esta vez, a quien le crece la nariz no es a él sino a las personas adultas: a Gepetto, al Hada y a todas aquellas personas que intentan imponer a Pinocho la idea de lo que está bien y lo que está mal basándose en estereotipos culturales y de género.

En este espectáculo mostramos, a través de una ficción tan conocida por el público infantil como Pinocho, que es mucho mejor que utilicemos nuestra inteligencia emocional (y no los prejuicios y las ideas preconcebidas) para tener conciencia de la realidad; solo así, podremos  tomar decisiones libres orientadas a conseguir un mundo más justo para todas las personas en el que se valoren las labores de cuidado y se compartan en igualdad.

Pensar, amar y comprender es la única manera de ser libres, porque, si no, en Jauja, acabaremos todos rebuznando como auténticos burritos.